martes, 17 de noviembre de 2009

DIOS ME COMPRÓ UN AMIGO

¡DIOS ME COMPRÓ UN AMIGO!


De Dios me han hablado
tantas cosas desde que era yo un niño.
Que acude Él siempre donde lo llaman.
Que nunca muestra su rostro
porque lo más bello que tiene son las manos.
Yo lo sé un mago
fantástico que siembra
rosas en la arena;
escultor fino que ha tallado
de manera perfecta las montañas
sobre la tierra;
es el mejor doctor
de la vecina de a lado,
quien nos regala a diario
su alargada sonrisa,
a pesar que una junta de médicos
la ha desahuciado.

Pero descubrí yo con el tiempo,
que es también Dios
un comprador compulsivo.
En días de invierno le compra
horas al sol para abrigar
la esperanza de aquellos que la han perdido.

He sido testigo de cómo le compra a diario
momentos de paz a mi madre,
para que los vaya tomando por gotitas,
y al caer de la noche
pueda al fin dormir tranquila.

Asiduo concurrente a la barata de
sueños y dones,
que celebran los ángeles
domingo a domingo.
¡Dios los compra todos!
Y de lunes a viernes
los va colocando bajo las almohadas
de sus hijos (nosotros)
para que con ellos
podamos hacer realidad
todos nuestros sueños.

A mí, que encontrándome
tan sólo y empobrecido,
una fría mañana Dios
tocó mi puerta,
extendió el brazo
sobre mi hombro
y sonriente me dijo:
Toma Marco, te compré un amigo.
Ya no estarás sólo. Ahora eres rico.


(A todos los amigos que Dios me compró en la vida)

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