Escoge en el ramillete de días
una tarde,
una tarde cualquiera.
Con sol o con sombras,
la que sea.
No importa si la tarde muere de frío
o si las hojas de los árboles
rozan sus hebras con el piso.
¡Sólo escoge una!
Una tarde para absorber tu sonrisa,
para caer sobre ti y enredarme a tu pecho
e inhalar ese liviano perfume
con olor a vainilla
que te erupciona desde los poros
cada vez que tu carne se dora en mi piel.
Antes de volver cada quien
a su trinchera,
a soportar cada uno su tormenta,
revivamos nuestros sueños una tarde.
¡Solo una!
miércoles, 25 de noviembre de 2009
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