lunes, 16 de noviembre de 2009

DEBY Y SU GATO TIMÓN

Una mañana el gato Timón despertó con unas ganas enormes de cazar ratones. El animalito llevaba dos meses sin apresar un ratón y eso le producía una profunda tristeza, ya que antes atrapar roedores había sido su entretenimiento preferido. La niña Deby - dueña de Timón - estaba muy preocupada por su mascota, por eso la llevó a dar un paseo al parque, pensado que así Timón podría sentirse mejor.


La mañana se abrigaba con unos leves guiños del sol. El viento fresco corría de este a oeste elevando con suavidad el pelo de Deby y haciendo líos en los bigotes de Timón.

El parque se encontraba a pocos metros de la casa de Deby. Durante el verano, cuando Timón no había llegado aún a su vida, ella solía jugar a diario con otros niños y niñas, pero al iniciarse las clases en la escuela, los encuentros con sus amigos se reducían a los domingos por las mañanas; el resto de días Deby se la pasaba sola en casa haciendo sus tareas. Para remediar la soledad en que vivía, la niña le pidió a su mamá que le obsequiara un gatito, pues estos animales le parecían muy tiernos.

Una somnolienta tarde de Junio, el sueño de la niña fue cumplido. La madre de Deby llegó a casa con un minino en brazos. El gatito - que no había cumplido siquiera un mes de nacido – lucía un hermoso pelaje anaranjado y unos bellísimos ojos celestes. Los leves maullidos del animal alertaron a Deby - quien se encontraba en su habitación - de la presencia gatuna. Cuando la niña salió del cuarto y descubrió al gatito en brazos de su madre, una llamarada de felicidad se encendió en su rostro.

- Aquí está lo que me pediste mi amor – dijo la mamá a Deby – Es un gatito muy pequeño y necesitará de muchas atenciones y cuidados, así que te espera un arduo trabajo con él.

- ¡Gracias mami, es el mejor regalo que he recibido! – respondió la niña muy emocionada - Y no te preocupes, que yo le daré mucho amor a Timón.

- ¿Timón? ¿Así lo llamarás?

- Sí mami…

- Bueno, es tu gatito y puedes llamarlo como gustes. Espero que después él no te lo reclame ja,ja,ja,ja,

Desde ese día Timón y Deby empezaron a compartir habitación. La niña, a pesar de tener sólo diez años, atendía al minino con el mismo esmero conque una madre cuida a su bebe. Lo alimentaba con leche tibia, lo bañaba, peinaba y aromatizaba con una loción de fresas. Las noches frías de invierno Deby abrigaba al gatito en su cama y se acostaba junto a él para cantarle canciones de cuna hasta que Timón se sumergía en un profundo sueño.


“Duérmete minino,

duérmete Timón.

Descansa tranquilo,

que yo cuido tu sueño

mi lindo Timón…”

Los meses transcurrieron y la primavera abrió sus puertas; una lluvia de cálidos rayos solares caía sobre la tierra. Para ese tiempo Timón había dejado de ser un minino y ahora lucía como un portentoso gato que se paseaba por toda la casa con el donaire de un rey. Dotado de una agilidad envidiable, el gato se convirtió – además – en un especialista cazador de ratones. Nada proporcionada más placer a Timón, que la faena emprendida para capturar algún bullicioso roedor escondido detrás de los armarios o la cocina. Era tanta la habilidad que el gato poseía para atrapar ratones, que pronto su fama de cazador se extendió por todo el vecindario; fue así que la presencia de Timón empezó a ser requerida con frecuencia en casa de algún vecino, que veía amenazada su tranquilidad familiar ante la abrumadora aparición de roedores.

Al principio, Deby veía con agrado que su mascota fuese tratada como un superhéroe, pero luego tanta popularidad terminó por disgustar a la niña, quien recordaba con melancolía los días en que Timón era un adorable minino y ella lo atendía como a un bebé. “Por qué habrás crecido tan pronto, ya no te disfruto como antes”, le susurraba la niña al gato.

Cansada del asedio que, casi a diario, sufría su mascota, Deby decidió encerrar a Timón en su habitación y negarle el permiso para ir a cazar ratones a la casa de sus vecinos. Desde entonces el gato se volvió parco y aburrido. Timón se pasaba los días tirado en el piso ronroneando pesadamente, comía poco y su semblante denotaba una honda tristeza que empezó a preocupar a la niña.

Dos meses transcurrieron desde que Timón fue encerrado y estuvo sin atrapar un solo roedor; sin embargo aquella mañana sus ganas de cazar ratones eran mucho más grandes que los días anteriores. El gato se daba una y otra vez volteretas en el suelo y por ratos fijaba la vista en la ventana de la habitación, imaginando que por allí podía escapar para ir en busca de roedores. Deby miraba a su mascota extrañada, haciéndose la idea de que Timón podría estar enfermo. “¿Qué tienes Timón, por qué estás así?”, le preguntó la niña al gato tomándolo en brazos, a lo que el animal respondió con un maullido seco. Miauuu… “¡Ya sé”. Iremos al parque para que te relajes. Hace mucho que no salimos, así que un buen paseo te hará bien”.

Cuando la niña y el gato llegaron al parque hacía una mañana tibia que el viento refrescaba con su aliento. Deby se sentó en una de las bancas y colocó a Timón a sus pies, esperando que su mascota diera brincos de alegría por ver la luz del día nuevamente; sin embargo nada de esto ocurrió y Timón mantuvo su desgano, hasta que de pronto se echó a correr de prisa por todo el parque. Deby no sabía qué hacer, llamaba a su mascota con desesperación pero el gato continuaba su veloz arremetida. Luego de varios minutos Timón se detuvo. Tenía el rostro lleno de dicha y satisfacción. A sus pies caía el cuerpo inerte de un ratón.

FIN

MORALEJA: Nunca prives a nadie de hacer lo que más le gusta.

4 comentarios:

  1. wena historia - desde Cortazar - hace tiempo q no leía algo así

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  2. Q PRECIOSURA!! MI NIÑO.....MI BEBE.... :D!! TIMON...... EL PRINCIPE... :D
    ESTOY ORGULLOSA DE SER SU MAMI POSTIZA...
    Q BUENA HISTORIA MARKITO :D.......TIMON TE INVITARA SU RATON JAJAJA

    MI PERRITA TBN KIERE SU HISTORIA

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  3. Ya me olía el final. Muy buen cuento, muy bueno.

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  4. que bonita moraleja :)

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