domingo, 3 de enero de 2010

EL AMOR ES PARA LOS VALIENTES

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- !Rodrigo!...!Rodrigo! - llama mi madre mientras le da golpecitos a  la puerta de mi habitación 

No tengo ganas de responder. Es más ni siquiera tendría porque hacerlo, pues para esta hora este cuerpo desbalijado de ilusiones, de anhelos, sin esperanza, no debía ser más mío sino de la muerte. Hace varias semanas que me armé de un pequeño arsenal de pastillas: Nascarat Sódico de 500 mg. Una dosis exagerada del medicamento puede paralizar, en poco menos de una hora, el corazón más fuerte. Desaparecer el sufrimiento empernado en el alma. Acabar, a punta de convulsiones, con la frustración. Que lástima que hasta ahora no haya podido armarme del valor suficiente para descascarar las tabletas y zamparme de un solo porrazo el Nascarat.

- !Rodrigo!...!Rodrigo! - vuelve a decir mi madre, tocando esta vez con más insistencia la puerta.

Si yo decidiera al fin quitarme la vida, no dejaría ni una sola pista que delatara el motivo de mi fatal decisión. Nada de cartas ridículas, autocompasivas, culposas; sería injusto responsabilizar a alguien por mi estupidez. Aunque claro, las miradas se dirigirían velozmente hacia Sofía, mi ex - novia; y es que las desiluciones amorosas cuentan con cierto privilegio en las estadísticas que suponen el motivo de los suicidas para quitarse la vida. Me pregunto cuál sería la reacción de Sofi. ¿Remordimiento? ¿Pena? Quizás nada de eso, y por el contrario en su rostro se hallen destellos de alivio, pues al fin podría  descansar del inoportuno que le timbra al celular de madrugada y le envía mensajes de texto por montones recordándole que aún la ama.

- !Rodrigo!...¿Estás despierto hijo? - Insiste mi madre preocupada, tratando de encontrar alguna respuesta.

Sigo en silencio. Imagino el rostro de mamá al momento de abrirse la puerta. Sus gritos desconsolados. El posterior desmallo. A esa hora ya sería demasiado tarde. Todo intento por reanimar mi corazón resultaría  inútil. ¿Qué cara de mierda tendría yo estando muerto? Eso no lo puedo imaginar. Total, de nada sirve preocuparse por ello. Al fin no existiría una sola cosa en la que yo deba desgastar mis neuronas. Al fin dejaría de importarme si Sofi se acuesta o no con otro huevón. Ya nada importa,  estoy rendido en mi cama, abrazando la enorme Biblia que mamá me obsequió, abierta justo en el pasaje del libro de los Salmos que ella resaltó para mí: "Escucha,  oh Señor, benignamente mis ruegos; y lleguen hasta ti mis clamores. No apartes de mí tu rostro; en cualquier ocasión en que me halle atribulado, dígnate de oírme . Acude luego a mí, siempre que te invoque...", dice el texto bíblico, que  repito religiosamente todas las noches. En palabras del viejo sería: !Uno nunca debe perder la Fe por más jodido que se encuentre!. La habitación se rebalsa de gente. Todos han venido a verme: el viejo, mis hermanas, los amigos, aquellos ingratos de los que no sé nada hace mucho tiempo; su visita ha sido un poco tardía, pues ya no puedo agradecer su bonito gesto con una sonrisa. Los llantos se confunden con las canciones del compositor cristiano Jesús Adrián Romero, que se oyen en la radio, como una melodía de consuelo para todos aquellos que se abalanzan sobre mi inútil cuerpo. Ahora más inútil de lo que ha sido durante los últimos meses.

Si yo decidiera al fin quitarme la vida, pasaría de ser un simple cojudo desmotivado  a convertirme en un desalmado, cobarde, irresponsable y malagradecido que asesina a su madre.

- Dime mamá - respondo al fin.
- Tu desayuno está listo hijo. ¿Ya vas a bajar?
- Sí. Ahora bajo.

7 comentarios:

  1. Cuando alguna vez me puse a pesar sobre eso, no consideré lo del último párrafo aunque sí lo de cobarde.

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  2. Espero que sigan la historia, Rodrigo apenas ha empezado a narrar su vida...

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  3. Si el mundo esta hecho para los más fuertes...los demás estamos muertos...continuaré leyendo!!

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  4. Oye, zamarro, cuando publicarás lo que sigue del Amor es para los calientes.

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  5. oe apúrate pues...para hacerte marketing con las 4 p´s

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