Si hubiera dejado ayer
de ser un niño;
ya no invitaría a Dios
para jugar canicas.
La pasamos tan bien
jugando juntos;
deja Él siempre que yo gane.
Sé que lo distraigo a veces,
tiene bajo el brazo una larga lista
de asuntos pendientes:
crucificar tantas guerras, sepultar
un millón de miradas tristes,
saciar el hambre de cien naciones,
traer de vuelta mil amores…
Pero nunca falta Él
alguna noche,
provisto de risueños cristales
que perderá conmigo.
¡Sabe que los necesito!
Por eso digo yo: ¡A Dios
le encanta jugar canicas!,
y a mí me gusta sentirme niño.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
EL OCASO DE LA TRISTEZA (Octavo Capítulo)
VIII “Porque no es nuestra pelea solamente contra hombres de carne y sangre: sino contra los príncipes, y potestades, contra los adali...
-
2 - !Rodrigo!...!Rodrigo! - llama mi madre mientras le da golpecitos a la puerta de mi habitación No tengo ganas de responder. Es más n...
-
I Viernes 23 de Enero del 2014 (00:40 a.m.) Hoy he decido, por fin, empezar a contar esta historia. No persigo fama, tampoco atraer l...
-
VIII “Porque no es nuestra pelea solamente contra hombres de carne y sangre: sino contra los príncipes, y potestades, contra los adali...
n_n
ResponderEliminar