Repaso en el humor virginal del verano
todos los galopes que emprendí
tratando de alcanzar una quimera
buscando inútilmente escribir
una línea a la que pudiera llamar verso,
queriendo ser una cosquilla en tu ombligo…
La ciudad estuvo siempre llena de cuervos
y yo me he quedado sin ojos -
ahora vivo tropezando con el desconcierto
de las tarántulas -
No voy a someter al corazón
a un destierro para acurrucarmeen la más tierna nostalgia,
voy a buscar en el aire
los resquicios del cotorrear
de las palomas que huyen
hacia el sur
allá donde tu mano me espera
abierta como el hocico de un cocodrilo.
Antes de que el invierno me atropelle
seré un pájaro
y pronto – tan pronto –
como se rinda el verano
llegaré hasta tu cruz
con un ramillete de rosas rojas
me sentaré a tus faldas
a cantarte mis poemas
y abriré mi pecho en dos
para entregar los últimos
suspiros que le quedan a mi corazón.